hasta que la muerte me venga a llamar.
¡Tengo de esperar!
¡Cuánto tarda, cuánto!
…. Pero el tiempo corre
y a veces escucho, cerca de mi torre,
entre las tinieblas, cauteloso andar,
… Mucho tarda, pero tiene de llegar.
Rejas insidiosas, rejas que vedáis
para mí la vida, que cuadriculaíspara mí los aires; impasibles rejas,
duras a mis dedos, sordas a mis quejas;
habrán de limaros mis firmes anhelos,
y quizá una noche me abriréis los cielos.
Mucho, tal vez mucho, tengo de esperar,
pero al fin la muerte me vendrá a llamar.
Diciembre 10 de 1912
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